¿Qué es una función hash y por qué debería importarte?
Imagina que tienes una caja mágica en la que puedes meter cualquier cosa: tu nombre, una canción, una novela entera, o incluso todo el contenido de un disco duro. Y cada vez que metes algo en esa caja, siempre obtienes un código único, del mismo tamaño, sin importar qué tan grande o pequeña sea la información que metiste. Esa caja mágica es lo que se llama una función hash.
Una función hash toma cualquier tipo de información, la procesa y genera un valor único de longitud fija, llamado hash. Un buen ejemplo de esto es la función SHA-256. Si metemos el nombre “John Doe”, obtenemos el siguiente resultado:
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Ese largo código de letras y números es el hash. Y lo más interesante es que no importa si escribes una palabra o una enciclopedia completa, el resultado tendrá siempre la misma longitud. Además, cualquier pequeño cambio, como cambiar una sola letra, te da un hash completamente distinto. Es como una huella digital que no se puede falsificar fácilmente.
Ethereum, por cierto, usa una función parecida llamada Keccak256, que pertenece a la misma familia que SHA-256, pero no te preocupes por eso ahora. Lo importante es entender cómo funciona la idea del hash.
¿Cómo se construyen los bloques en una blockchain?
Ya que sabemos cómo funciona un hash, es hora de ver cómo se usa dentro de una blockchain. La blockchain no es más que una cadena de “bloques”, como su nombre lo indica. Y cada uno de esos bloques contiene tres cosas importantes:
- El número del bloque.
- El nonce (un número especial que se busca con prueba y error).
- Los datos (como transacciones).
Todo esto se mete en la misma caja mágica (la función hash) y genera el hash del bloque. Pero aquí viene la parte interesante: si cambias aunque sea una coma en los datos, el hash del bloque cambia por completo. Eso significa que el bloque ya no es válido.
Ahora, si estás pensando “¿y qué tiene que ver el famoso ‘minado’ con esto?”, la respuesta es simple. Minar un bloque es el proceso de buscar un valor de nonce que haga que el hash cumpla con ciertas reglas, como que empiece con varios ceros. Y eso se logra probando miles o millones de combinaciones hasta dar con la correcta. Así se añade un nuevo bloque a la cadena.
¿Por qué la inmutabilidad es una característica tan poderosa?
La verdadera joya del sistema de blockchain no es solo su seguridad, sino su capacidad de ser inmutable. En palabras simples: una vez que algo se guarda en la blockchain, no puede ser cambiado sin que todo el mundo se dé cuenta.
Esto se logra porque cada bloque incluye el hash del bloque anterior. Así que si alguien quisiera cambiar los datos de un bloque del pasado, tendría que rehacer también todos los bloques posteriores, recalculando sus hashes uno por uno.
Y aquí entra otro concepto importante: el Bloque Génesis, que es el primer bloque de toda la cadena. Todo empieza desde ahí, y cualquier modificación rompe la secuencia entera.
Este mecanismo hace que la blockchain sea resistente a manipulaciones malintencionadas, porque alterar un solo bloque sería como tirar una ficha de dominó que hace caer todas las demás. Y eso es justo lo que queremos evitar.
¿Qué papel juega la descentralización en todo esto?
Supongamos que una sola empresa controla toda una blockchain. Podrían cambiar lo que quisieran y luego recalcular los bloques para que nadie se entere. Un escenario bastante peligroso, ¿verdad?
Ahí es donde entra la descentralización. En vez de depender de una sola entidad, la blockchain se mantiene por una red de muchos usuarios o nodos, todos con una copia del mismo historial.
Cuando alguien intenta cambiar algo, los demás comparan la versión de la cadena y deciden cuál es la válida, normalmente la que tenga más pruebas de trabajo acumuladas o la mayoría de votos en la red.
Si un nodo no está de acuerdo con el resto, simplemente se bifurca (o “se va por la libre”) y sigue su propio camino, pero la mayoría de la red sigue la versión aceptada por todos. Esto hace que atacar el sistema sea mucho más difícil, porque necesitarías controlar más del 50% de todos los nodos para imponer una versión falsa.
¿Qué tipo de datos se almacenan realmente en una blockchain?
Hasta ahora hemos hablado de datos en abstracto, pero ¿qué clase de datos se guardan realmente en una blockchain? La respuesta es: transacciones.
Ya sea enviando criptomonedas, firmando contratos digitales o intercambiando tokens, cada acción es una transacción que se guarda en el bloque. Y todas estas transacciones se agrupan y se procesan juntas en el hash del bloque.
¿Y qué pasa si alguien trata de alterar una sola transacción? Pues lo de siempre: cambia el hash del bloque, y con eso se invalida todo lo que viene después.
Así que si escuchas por ahí que “la blockchain es inmutable y segura”, es porque cada acción está entrelazada con la anterior mediante el hash, y nadie puede cambiar nada sin que se note. Literalmente, todo queda grabado para siempre.
¿Entonces por qué debería importarme todo esto?
Porque detrás de todo lo que hace posible el Bitcoin, Ethereum y miles de otras criptomonedas o aplicaciones Web3, está este concepto sencillo pero potente del hash y la cadena de bloques.
Cuando entiendes que cada pedazo de información queda grabado de forma única, inalterable y pública (gracias a la descentralización), te das cuenta de que estamos ante una herramienta revolucionaria. No se trata solo de dinero digital, sino de una nueva forma de registrar la verdad de manera colectiva y sin intermediarios.
La blockchain nos da una base sólida para confiar, sin tener que depender de bancos, gobiernos o empresas. Todo gracias a la magia de los hashes, los bloques y los consensos descentralizados.
Conclusiones
Una función hash convierte cualquier dato en una huella digital única e inalterable, y es la base de cómo funciona una blockchain. Cada bloque contiene datos, un número especial llamado nonce y el hash del bloque anterior, creando así una cadena imposible de manipular sin ser detectado.
La verdadera fuerza de esta tecnología radica en su naturaleza descentralizada, que asegura que nadie pueda alterar la historia sin el consenso de la mayoría. Y todo lo que se guarda en una blockchain —ya sean transacciones, contratos o cualquier tipo de información— se protege con ese mismo principio: inmutabilidad a través de los hashes.
Así que la próxima vez que escuches sobre criptomonedas, NFTs o contratos inteligentes, ya sabes que detrás de todo eso hay una idea simple, pero poderosa: un código que no puede mentir.